Nuestra espiritualidad
La Espiritualidad Ignaciana está en la base de la Congregación, por eso, centradas en el seguimiento de Cristo pobre y humilde, cultivamos la vida de oración personal y comunitaria que nos hace contemplativas en la acción. Reconociendo la presencia de Dios en todas las cosas, nos comprometemos en la construcción del Reino.
El Padre Valentín Salinero, como buen hijo de Ignacio de Loyola, deseaba que sus hijas fueran:
- Mujeres contemplativas, capaces de descubrir la presencia de Dios en todo.
- Mujeres que disciernen y viven en el dinamismo del magis, el más.
- Mujeres seguidoras de Jesús pobre y humilde.
Los elementos fundamentales de la espiritualidad ignaciana que descubrimos en nuestras raíces son:
- Seguimiento de Jesús pobre, humilde y obediente.
- Oración encarnada en la vida.
- Buscar y hallar a Dios en todas las cosas.
- Discernimiento para elegir constantemente lo que más nos conduce al fin para el que hemos sido creados.
- Primacía del amor con sus exigencias de justicia.
- Prioridad de los pobres y sencillos en la evangelización.
La Espiritualidad Ignaciana nos va configurando poco a poco como mujeres centradas en Jesús, y desde Él para los demás, mujeres buscadoras de lo infinito en cada paso del camino, en los pequeños detalles, en el silencio y la soledad, en el compartir de la vida fraterna, en el trabajo y la entrega.